martes, 30 de noviembre de 2010

Monográfico 13: Shaquille O'Neal

Shaquille Rashaun O'Neal - Newark (New Jersey) 6-3-1972 - Pívot - 2,15 m. - Louisiana State University (NCAA) - Orlando Magic, Los Angeles Lakers, Miami Heat, Phoenix Suns, Cleveland Cavaliers & Boston Celtics (NBA) - Campeón de la NBA con los Lakers en el 2000, 01 y 02 - Campeón de la NBA con los Heat en el 2006 - Rookie del año de la NBA en la temporada 1992-93 - 1 MVP de la NBA - 3 MVP's de las finales NBA - 8 veces en el equipo ideal del año - 2 veces en el 2º equipo ideal del año - 4 veces en el 3º equipo ideal del año - 3 veces en el 2º equipo ideal defensivo del año - 15 veces All-Star - Campeón Olímpico en Atlanta '96 - Campeón del Mundo en Toronto '94













Portadas famosas de Sports Illustrated:

jueves, 25 de noviembre de 2010

Homenaje fotográfico a Willis Reed

Willis Reed es uno de los grandes pívots de la historia de la NBA. Justito de altura para enfrentarse a Bill Russell y muy especialmente a Wilt Chamberlain, pero sobrado de coraje y con un enorme talento para jugar a baloncesto; Willis llegó a jugar de ala-pívot mientras el gran Walt Bellamy estuvo en los Knicks, para después pasar a ocupar la posición de center a todos los efectos. Fue MVP del año en la temporada 1969-70, justo la del primer anillo de la historia de los New York Knicks (con promedios de 21,7 puntos y 13,9 rebotes) y como dato espectacular, señalar que en esa temporada fue también el MVP del All-Star game y el MVP de las finales, con lo que pertenece a un selecto grupo de jugadores que han conseguido tal hazaña; tan sólo Michael Jordan, Shaquille O'Neal y él mismo.


El otro día tuve la oportunidad de leer éste magnífico artículo sobre Willis Reed que nos brindó Gonzalo Vázquez en su blog El Punto G. Hacía mucho tiempo que no me emocionaba de la forma en que me emocioné al leerlo; por eso os pongo el link, porque es de obligada lectura para los amantes de la historia más épica del baloncesto. Si juntas una historia tan épica como la de las finales de 1970 con el conocimiento histórico y la prosa de Gonzalo, sólo puede suceder que se te ponga la piel de gallina como me ocurrió a mi mismo al leerlo.

Hacía tiempo que tenía pendiente realizar algún post dedicado a Willis Reed; aprovechando la ocasión, procedemos a realizarle un pequeño homenaje fotográfico. La épica historia de las finales de 1970 ya la tenéis en el post de Gonzalo, aquí tenéis mi homenaje fotográfico y aparte, no está de más recordar éste post de Jacobo Rivero sobre los Knicks de 1970 con vídeo incluido:

HOMENAJE FOTOGRAFICO A WILLIS REED











jueves, 18 de noviembre de 2010

lunes, 15 de noviembre de 2010

Anécdotas y divagaciones baloncestísticas: A Cabrini Green

Han pasado muchos veranos; y tienen que llegar muchos más, pero no habrá ninguno como el del 91. A veces me corroe el alma pensar donde estaba yo durante aquel verano, en ocasiones me pasaría horas mirando el cielo estrellado deseando no ver ninguna estrella en él. No sé que estaba haciendo yo durante aquel verano; quizás lo mismo que en estos últimos, quizás lo mismo que en los anteriores a aquel año.

Yo sólo sé lo que pasaba en otro lugar, yo sólo tengo presentes muchas emociones; las de alguien lanzando siempre sólo en alguna vieja canasta, las de gente explotando su talento para tratar de salir del infierno, las de alguien con grandes ilusiones y ganas de ayudar a los demás, las de alguna pobre alma frágil y abrumada que de poderlo haber tenido todo, acabó en nada, las de algunas estrellas fugaces que luchaban contra sí mismas para tratar de conseguir aquello que tan difícil tenían; pero desgraciadamente, las que más fuerte siento, son las de alguien que siente que debería haber estado allí... y que no estuvo. Que debería de haber dejado caer muchas gotas de sudor sobre aquel viejo cemento y que tendría que haber estado en medio de la noche, deseando colocar su cama en otro sitio, para poderse levantar por la mañana y vivir unos momentos de gloria. Y bien cierto es que estas últimas son las que más me atormentan y hacen que me sienta el ser más impotente del mundo.

Puede parecer triste que sólo un puñado de elegidos puedan llegar a alcanzar la verdadera gloria; y que muchos otros no dejen de ser estrellas fugaces que brillan por momentos y desaparecen, pero no hay nada más triste que saber que no has podido llegar a ser ni tan solo una estrella fugaz, que no pudiste envolverte de todos aquellos sentimientos increíbles, respirar aquel contaminado aire, ni pisar aquel viejo cemento. Sólo hay una cosa que me da fuerzas para continuar; soñar que tal vez habrá otro verano que aunque no sea igual, sea parecido y soñar que tal vez yo pueda estar allí.

A Cabrini Green (escrito en algún momento incierto durante la primera mitad de la década de los noventa). Traducido del catalán y ligeramente corregido, ya que tres o cuatro expresiones me chirriaban un poco.

Momentos de divagación de un joven algo perdido que sentía que él no pertenecía al sitio donde le había tocado vivir... y que era capaz de llorar tras ver una película de baloncesto. Era otra época, internet aun no estaba para facilitarnos las cosas y el impacto de un film como Heaven is a Playground podía llegar a ser brutal... al menos para mi.

Quién sabe qué me pasaría por la cabeza en aquellos momentos para que me decidiera a escribir esta oda a Cabrini Green, a Time Out (o lo que es lo mismo, a Heaven is a Playground), al playground y al libro que lo inspiró todo (que curiosamente no he leído jamás).

Como reza la frase que preside desde siempre las entradas de mi blog (y que también descubrí en Heaven is a Playground):

The true object of all human life is play.
The earth is a task garden, heaven is a playground.

G. K. Chesterton


Desde que abrí este blog, hace ya casi dos años y medio, sé que tengo que publicar un post dedicado a Heaven is a Playground, pero aun no lo he hecho... es como si inconscientemente esperara el momento ideal para hacerlo, sin prisas...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Generaciones de ayer y hoy

A lo largo de la historia de la NBA, podríamos encontrar una serie de generaciones que marcaron épocas concretas; generaciones con ciertas características en común que escribieron parte de la historia del baloncesto y que dejaron inevitablemente su sello personal en sus respectivas eras.

Sin querer profundizar excesivamente a nivel histórico, sí que podríamos hablar de la generación de finales de los 50-principios de los 60, compuesta por jugadores de la talla de Bill Russell, Wilt Chamberlain, Oscar Robertson, Jerry West o Elgin Baylor, entre otros; una generación que literalmente revolucionó el baloncesto, que lo hizo crecer a pasos agigantados y que dominó espectacularmente su época. Fue la primera generación de estrellas compuesta ya mayoritariamente por jugadores negros, pero que a nivel social vivió una época convulsa, en plena segregación racial en los USA y que forjó su leyenda paralelamente a la de Martin Luther King.

Entre mediados y finales de los 70, apareció otra generación de gran impacto; es la que yo llamo generación del talento puro, compuesta por jugadores de mucha clase y con un talento individual sin igual a lo largo de la historia del baloncesto; me refiero a la generación compuesta por jugadores de la talla de Julius Erving, George Gervin, Moses Malone, Bernard King, Bill Walton o Alex English entre otros; una generación que (exceptuando al Dr. J), triunfó más por talento puro y carácter que por superioridad física, a diferencia de otras grandes generaciones.

A mediados de los 80, surgió la generación más mitificada y glorificada por muchos aficionados, la que terminó de abrir la NBA definitivamente al mundo entero, la que algunos llaman generación Jordan, pero que aparte de por Michael Jordan, estaba compuesta también por mitos de la talla de Hakeem Olajuwon, Charles Barkley, Karl Malone, John Stockton, Patrick Ewing o Clyde Drexler; una generación que dominó claramente el final de los 80 y casi todos los 90.

A mediados de los 90, irrumpió en la NBA la generación del Hip Hop, la generación rebelde por excelencia (a pesar de que a algunos ahora ya no se lo parezca tanto); una generación compuesta por jugadores del nivel de Shaquille O'Neal, Chris Webber, Alonzo Mourning, Larry Johnson o Latrell Sprewell y algo posteriormente Allen Iverson, Kevin Garnett o Rasheed Wallace, entre otros. Fue una generación que también revolucionó a su manera la NBA; con ella los pantalones cortos llegaron definitivamente hasta la rodilla y el Hip Hop impregnó de muchas maneras la NBA.

Durante la pasada década, hemos vivido la última (o casi) gran generación de jugadores de baloncesto americanos, con el boom de los LeBron James, Dwyane Wade, Carmelo Anthony, Dwight Howard o Chris Bosh. Esta ha sido una generación un tanto curiosa, nacida ya en pleno ambiente Hip Hop, seguidora en ciertos aspectos del legado de la anterior (Shaq, Webber, Iverson, Garnett...), pero en cierto modo carente de autenticidad; algo parecido a lo que pasa con la propia música Hip Hop... me explico: Webber, Shaq y cia. eran abanderados del Hip Hop, escuchaban y "exportaban" el Hip Hop a la propia sociedad que seguía sus carreras deportivas; un Hip Hop como el que realizaban en aquella época artista como Nas, Mobb Deep, Wu-Tang Clan, Fu-Schnickens (el grupo favorito de Shaq) o The Lords of the Underground, por poner sólo unos ejemplos. Era una generación rebelde de verdad (como el propio Hip Hop de su época), dispuesta a cambiar el mundo y a reivindicar el ghetto, a llevar al Hip Hop a donde hiciera falta. Por otro lado, la generación de LeBron y cia. es como el Hip Hop de los últimos años; triunfador en las listas de ventas, comercial, instaurado en la cultura popular gracias a la tremenda calidad y fuerza de su antecesor, el Hip Hop de los 90, pero carente de autenticidad (muchos cochazos de lujo, zorras espectaculares y apologías a la marihuna y al estilo de vida gangsta, pero sin mensaje ni auténtica rebeldia con sentido). La generación de King James y cia. representa un poco (salvo evidentes excepciones) todo lo vivido por el propio LeBron en estos últimos años; soberbia, grandes egos, encumbramientos excesivos de idolos deportivos antes de que apenas hubieran demostrado nada, encasillamientos técnicos producidos por excesiva confianza en sus propias virtudes individuales, etc...

Y justo ahora, con la explosión definitiva de Kevin Durant (¿que voy a decir de él que no se haya escrito ya hasta la saciedad tras el Mundial de Turquía?), toca hablar de la realmente última gran generación, la compuesta por el propio Durant y por jugadores como Russell Westbrook, Rajon Rondo, Stephen Curry, Blake Griffin o Brook López, entre otros. Mis sensaciones personales me dicen que esta generación ha reculado un poco; se ha apartado un tanto (dentro de lo que cabe) del endiosamiento exagerado de la anterior y se han centrado más en lo verdaderamente importante... jugar a baloncesto. A nivel general (repito que siempre hay excepciones) tienen más concepción de equipo, más humildad (dentro de lo que cabe), menos egocentrismo e incluso algo más de old school... un puntito de esas virtudes que desgraciadamente se han ido perdiendo progresivamente...

El tiempo dirá si esto es realmente cierto, pero mientras tanto, yo ya disfruto bastante más viendo jugar a Kevin Durant que a LeBron James.