lunes, 27 de enero de 2020

DEAR, KOBE

Querido Kobe.

Durante mucho tiempo, la NBA y una enorme legión de fans estuvieron buscando al nuevo Jordan, incansablemente, como necesitando que apareciera un jugador que llenara el hueco dejado por His Airness tras su retirada, sin saber, o sin darse cuenta, de que el nuevo Jordan ya estaba jugando en la NBA. Era un arrogante jovencito de Philadelphia llamado Kobe y apellidado Bryant.

LeBron James no tiene mucho que ver con Michael Jordan, son jugadores muy distintos, como no lo tenían que ver otros colosos de la historia del baloncesto como Magic Johnson, Larry Bird o Kareem Abdul-Jabbar, pero tu fuiste casi como un gemelo tardío del propio Michael, la copia tardía del Rey que muchos pensaban que no podría llegar a existir jamás.

Pero esto no va de copias, es imposible llegar a ser uno de los más grandes de todos los tiempos siendo simplemente una copia. Tu fuiste mucho más que eso, fuiste, en ciertos aspectos, como una versión mejorada de Jordan, más humana, más cercana, sin esa aureola de Dios mitológico que siempre envolvió a Michael. Fuiste la maquina de matar perfecta, el instinto asesino implacable, pero con un trasfondo más humano, más cercano, más fácil de querer más allá de la simple admiración ciclópea que se profesa al Dios Jordan como jugador. Tanto que hasta tus más enfervorecidos haters terminaron rendidos a tus pies.

Algunos dicen que te quedaste un peldaño por detrás de Michael. Yo tengo mis dudas. ¿Es ser peor saber ser el segundo de abordo cuando es necesario? ¿Es ser peor dejar de lado, en ocasiones, el postureo de divo y dar un fuerte abrazo a alguien o mostrar más cariño hacia tus compañeros? No necesariamente. Si Shaquille O'Neal hubiese tenido tu instinto asesino y tu capacidad de trabajo, sería sin duda alguna el mejor jugador de todos los tiempos. Si Michael Jordan hubiese tenido ese punto más humano, como tú, seguramente habría sido más querido por sus compañeros de equipo. Tú, en este sentido, has sido el equilibrio perfecto. Y no solo el equilibrio, también la clase, la elegancia, el talento, el tesón, el carácter y el orgullo. Combinación infalible, sin duda.

En tu carta de despedida del baloncesto "Dear, Basketball", decías que ya estabas listo para dejarlo ir, para poder sentarte tranquilamente y disfrutar de los momentos vividos... Bien, siento decir que nosotros no estamos listos para dejarte ir a ti. No de este modo, no de esta forma tan dolorosa. Pero el destino en ocasiones es cruel. También terminabas dicha carta diciendo que siempre serías ese niño que soñaba con llegar a ser una estrella mientras lanzaba calcetines enrollados, en forma de pelota, a la papelera de su habitación. Nosotros, siempre que te recordemos o volvamos a ver tus vídeos, también volveremos a ser niños emocionados, profundamente enamorados de este juego... y, por supuesto, de tu enorme clase. Descansa en paz.

Por siempre en nuestros recuerdos.

Mo




































































KOBE BEAN BRYANT 1978-2020