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lunes, 6 de mayo de 2024

EL QUINTETO NBA CONTRA EL QUE TODOS DESEARÍAIS JUGAR

¿Quién no se ha preguntado en alguna ocasión contra qué jugador le hubiera gustado poder jugar alguna vez un uno contra uno? ¿O contra qué equipo le encantaría poder tener el honor de jugar, aunque fuera por unos minutos? ¿Jordan? ¿LeBron? ¿Los Lakers del "Showtime"? ¿Los Warriors de Durant y Curry?

Hoy, aquí, os presento un quinteto que seguro haría las delicias de cualquiera que osara jugar contra ellos, por su fair play, por su deportividad, por lo que sea...

Bueno, más que un quinteto lo dejaremos en un cinco inicial más un sexto hombre.

¿A que desearíais poder jugar una pachanga contra ellos en una tarde soleada cualquiera?

> Base:


> Escolta:


> Alero + 6º hombre (pongan al que quieran de titular):


> Ala-pívot:


> Pívot:

miércoles, 26 de abril de 2023

LA EVOLUCIÓN DE LA NBA ACTUAL, EXPLICADA PARA TODOS... (Una tesis largo tiempo prometida)

Este es un artículo que llevaba muchísimo tiempo retozando en mi cabeza, un escrito que os llegué a prometer a principios de la etapa "Fo Fo Fo 2.0" y que, por el motivo que fuere, siempre se fue postergando, hasta terminar congelado, incluso olvidado, indefinidamente. El hecho de haber iniciado esta nueva etapa en el blog, con fuerzas renovadas, después de varios años de la versión 2.0 que siempre fueron de más a menos, hasta llegar al punto de apenas ir publicando algún "Basketball landscapes" muy de vez en cuando y poco más, ha despertado en mi, de nuevo, el interés por terminar de materializar dicho artículo, así que, sin más preámbulos, allá vamos...

Esto trata de profundizar un poco en el porque de la NBA actual, tan dependiente del triple y tan poco dada al antaño glorioso juego en el poste bajo. También va un poco dirigido al perfil "abuelo cebolleta", dicho con todo el cariño del mundo, en el que estamos asentados mucha gente de mi generación (incluso de otras) que vivimos otras eras de la mejor liga de baloncesto del planeta y que, con toda la lógica del mundo, nos incomoda un poco esta versión de la NBA que ha imperado en los últimos tiempos y que tanto difiere de los cánones en los que permanecemos más cómodos.

GEORGE MIKAN Y EL RELOJ DE 24 SEGUNDOS

Pero empecemos por el principio, como debe ser. Partamos de que la NBA siempre -y recalco con fuerza lo de siempre- ha sido una liga en constante evolución. Podemos destacar muchos momentos clave, como cuando en 1952 se acordó ampliar las medidas de la zona, debido al enorme dominio interior que ejercía George Mikan por aquel entonces. Solo por ese hecho, el baloncesto ya evolucionó, abriendo más espacios de penetración para los exteriores, al no poder, los hombres altos, permanecer tantísimo tiempo en los aledaños del aro sin apenas moverse.


En 1954, apenas dos años después, se instauró el reloj de posesión de 24 segundos, cambiando el baloncesto para siempre. Si ahora mismo viajáramos en una máquina del tiempo hasta 1953 y pudiéramos ver un partido de la NBA de entonces, aleatoriamente, cualquier partido, nos asombraría lo aburrido que podría llegar a ser... y no lo digo por los físicos de la época o por el estilo de aquellos jugadores, sino por los ataques largos y tediosos, a menudo sin jugar a nada, como si de un partido de fútbol se tratara, mareando la perdiz, aguantando el balón y alargando las posesiones, esperando a que pase el tiempo o a que el rival se decida a hacer falta sobre el manejador para llevarlo a la línea de tiros libres.


Y, por supuesto, muchos puristas de la época, cuando se instauraron estas medidas o cambios en el reglamento, despotricaron, se opusieron y aludieron a la perversión de la pureza del juego... ¡Esto ya no es baloncesto de verdad, leñe! ¿Os suena de algo?

PÍVOTS ABUSONES Y OTROS ASUNTOS QUE CAMBIARON EL REGLAMENTO

Apenas una década más tarde, la demoledora irrupción en la liga, cual elefante en una cristalería, de Wilt Chamberlain, quién promedió 37,6 puntos y 27 rebotes en su año rookie, 38,4 y 27,2 en su segunda temporada, 50,4 y 25,6 en la tercera y 44,8 y 24,3 en la cuarta, dejó insuficientes los cambios que había provocado Mikan en 1952, de modo que la liga, de nuevo, aumentó en más de un metro la anchura de la zona, pasando de 3,6 a 4,8 metros.

Siguiendo con los gigantes abusones, llegamos a Shaquille O'Neal y al abrumador dominio físico que estaba ejerciendo en la NBA del cambio de siglo, lo que llegó a provocar que la liga, tras tantísimos años de tener prohibida la defensa zonal, cambiara de opinión al respecto. Lo que existía anteriormente era la llamada defensa ilegal, que obligaba a los defensores a defender al hombre, prohibiendo las ayudas al defensor de cualquier jugador que no estuviera en posesión del balón. A partir de 2001, se pasó a permitir la defensa zonal, con la particularidad de que, a cambio, se instauraba la regla de los 3 segundos defensivos, que, igual que la de los ofensivos, impide que un jugador pueda permanecer mucho tiempo dentro de su zona.


La combinación de estos dos factores, permisión de la defensa en zona y regla de los 3 segundos defensivos, es la que ha terminado resultando letal para un determinado perfil de jugadores. Tanto es así, que en la NBA actual no tendrían cabida jugadores como Mark Eaton o Wayne "Tree" Rollins, iconos defensivos de su época, que a la vez serían jugadores ineficaces y un auténtico lastre para sus equipos en el baloncesto moderno, por el mismo motivo que gigantes actuales como Boban Marjanovic o Tacko Fall parecen no tener cabida... pero a esto volveremos más adelante.

Podríamos mencionar más cambios y ajustes en el reglamento, que se han ido produciendo a lo largo de los años; desde los toques de dedos y acompañamientos del balón con la mano que se pitaban como ilegales en tiempos de Bob Cousy o Jerry West (los cambios de ritmo y crossovers a los que tanto estamos acostumbrados ahora, hubieran sido ilegales en aquellos tiempos), hasta la prohibición definitiva del hand-checking, también dada a principios del siglo XXI, y que ya no permite el contacto con las manos sobre el defensor, salvo que este esté de espaldas y cerca del aro.

Ciertos abusos a modo de triquiñuelas, por parte de algunos jugadores, también provocaron cambios como la llegada de la llamada "Reggie Miller rule", que castiga al jugador que, al lanzar un triple, abre las piernas descaradamente para impactar con el defensor y sacarle una falta injusta. O la llamada "Zaza rule", por Zaza Pachulia, que llegó tras aquel incidente que provocó la lesión de Kawhi Leonard y que castiga a todo aquel que invada el espacio debajo del tirador cuando este está en el aire, para proteger la integridad física del jugador y evitar lesiones. Lo más triste de esto, es que el infame Bruce Bowen usó esta dudosa práctica en muchas ocasiones, para tratar de insuflar miedo en el corazón del tirador cuando estaba en el aire y no pudiera lanzar cómodo, pero terminó yéndose de rositas, mientras que el que ha quedado retratado como el villano para la posteridad, cuando se habla de esta práctica, ha sido Pachulia.


También la regla que penaliza las faltas realizadas sobre un jugador que no esté en posesión del balón durante los últimos dos minutos de cada periodo, propiciada por la moda del "Hack-a-Shaq", que trataba en enviar a Shaquille O'Neal, repetidamente, a la línea de tiros libres, que era donde menos daño hacía... la creación del goaltending, tanto en ámbitos defensivos como ofensivos -propiciada por la superioridad física de jugadores como Bill Russell o Wilt Chamberlain-, que impide que un jugador pueda palmear o rechazar un balón, cuando este se encuentra dentro del cilindro imaginario que sería la prolongación del aro... o la regla que impide a un jugador permanecer más de cinco segundos consecutivos botando de espaldas al aro, sin lanzar ni pasar el balón, implementada cuando dos jugadores como Charles Barkley y Mark Jackson lo hacían de forma muy frecuente y la liga se encontraba, a finales de los 90, justo en los índices de anotación más bajos de toda su historia.


Por no hablar de la creación de la línea de 3 puntos en 1979, por supuesto, que muchos puristas de la época demonizaron hasta el extremo y consideraron como una perversión del juego.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que la NBA nunca ha dejado de evolucionar, de modificar las reglas si lo creía oportuno o necesario o de hacer evolucionar el reglamento con respecto a lo que estaba sucediendo a su alrededor, siempre observando hacia donde se estaba dirigiendo el baloncesto y a sus especímenes dominantes dentro de cada época.

LA EVOLUCIÓN (FORZADA) DE LA POSICIÓN DE PÍVOT

Lo que tanto hemos padecido y criticado en los últimos tiempos, muchos amantes (entre los que me incluyo) del juego interior y, muy especialmente, del juego de espaldas al aro en el poste bajo, que es la práctica desaparición del mismo (siendo un poco dramáticos, ya que no es exactamente así), tiene como principales culpables la eliminación de la defensa ilegal -que pasó a permitir defender en zona-, la aparición de la regla de los 3 segundos defensivos y cómo los equipos de la liga se han ido adaptando a todo ello, evolucionando y buscando las formas más eficientes de producir ofensivamente dentro de un nuevo ecosistema, muy distinto al que siempre se había dado en la NBA.

Poco a poco, el perfil de pívot extremadamente dominante en el poste bajo como fueran, por ejemplo, Hakeem Olajuwon o Shaquille O'Neal no demasiados años atrás, fue desapareciendo, progresivamente, dando lugar a una bifurcación que dirigía la posición de pívot hacia dos nuevos perfiles muy diferenciados entre sí: Por un lado, el baluarte defensivo, de enorme poderío físico, todavía muy dominante en términos de rebotes, tapones e intimidación, pero con muy poco juego de espaldas al aro y ofensivamente derivado a coronar alley-oops y a tratar de reventar el aro tras algún rebote ofensivo o pick and roll (perfiles Dwight Howard o DeAndre Jordan) y, por otro lado, el perfil de pívot moderno, más polivalente, buen lector del juego, con buena mano y capacidad de pase, capaz de hacer daño desde otras posiciones que no sean necesariamente el poste bajo o los aledaños del aro, sea tirando, penetrando o distribuyendo (perfiles Pau Gasol o Marc Gasol).


Como siempre ha ocurrido a estos niveles, el talento en los hombres altos escasea, de forma que no todos los equipos de la liga podían conseguir un pívot inteligente, buen lector del juego y distribuidor del balón, que pudiera facilitar mucho las cosas a sus compañeros, como por ejemplo fueron, y sin volver a mencionar a los hermanos Gasol, Andrew Bogut, Joakim Noah o Al Horford, de modo que la evolución provocó que muchos equipos no tuvieran, ni un baluarte defensivo como Jordan, ni un pívot moderno como Pau, terminando por apostar cada vez más por los cuatros abiertos, ala-pívots móviles y con buena mano, que tanto te podían defender a un alero como a un pívot, más cuando ya no quedaban muchos que realmente hicieran daño desde el poste bajo... y ninguno que causara estragos como los Jabbar, Malone, Olajuwon u O'Neal de antaño.

¿Os habéis dado cuenta que ninguno de los ejemplos de pívot inteligente y buen lector del juego que he mencionado (Gasol & Gasol, Bogut, Horford y Noah) son estadounidenses? Esto también es un dato que marcó profundamente dicha era, puesto que los jóvenes pívots estadounidenses que fueron surgiendo, o bien respondían al perfil torre física/defensiva de Howard o Jordan, o eran Jahlil Okafors que terminaban pronto fuera de la liga o jugando minutos residuales, mientras que la NBA se fue nutriendo, progresivamente, de pívots internacionales, especialmente europeos (Vucevic, Jokic, Nurkic, Valanciunas, Gobert, Sabonis Jr., Zubac) que por lo general se ajustaban mucho más al perfil de pívot técnico, con buena mano y capacidad de pase, siendo, algunos de ellos (principalmente Jokic y Sabonis), no solo buenos pasadores, sino excelentísimos, nivel élite.


EL BOOM DE LA ESTADÍSTICA AVANZADA

Y aquí también tenemos que añadir otra cosa, muy importante, para poder terminar de entender todo esto en su justo contexto: la irrupción de la estadística avanzada y la cultura que fueron haciendo de ella determinados equipos y dirigentes, destacando poderosamente, entre todos ellos, Daryl Morey, general manager de los Houston Rockets entre 2007 y 2020, que, como amante extremo de la estadística y de las matemáticas aplicadas al deporte, forjó una cultura que llevó hasta el extremo más lunático en aquellos Rockets de finales de la pasada década, liderados por el mejor James Harden de siempre y abocados a tratar de convertir el baloncesto en una ciencia exacta, como las propias matemáticas, lo cual le granjeó tanto auténticas hordas de haters como otras de fervientes admiradores.


La cosa trataba de erradicar del juego, en la medida de lo posible, las zonas de tiro menos productivas matemáticamente hablando, es decir, principalmente la media distancia y el juego en el poste bajo. La ciencia decía que el tiro de tres, bien seleccionado y a partir de una buena circulación de balón, aporta 3 puntos con un cierto porcentaje. El mate, bandeja o tiro desde debajo del aro, es el que tiene un porcentaje mayor de acierto, por pura lógica. Mientras que el tiro de 5 o 6 metros, si combinas lo que vale, 2 puntos, con el porcentaje que conlleva, algo mayor que el del tiro de 3 pero mucho menor que el de debajo del aro, es el menos productivo y aconsejable... lo cual, fría y calculadoramente hablando, tiene su buena parte de lógica y razón.

Pero todos sabemos que el baloncesto no es una ciencia exacta, sino que es, en cierto modo, una forma de arte (como una pieza improvisada de Jazz, tal y como dijo en una ocasión Wynton Marsalis), y que a pesar de la enorme utilidad de las estadísticas avanzadas, hay cosas que no se pueden medir siempre -o al menos únicamente- de este modo, que deben mucho a la improvisación y que jamás de los jamases se pueden aplicar fríamente a cualquier plantilla o grupo de jugadores, puesto que cada equipo tiene su propia química, sus propias virtudes... y defectos, su propia idiosincrasia... y la pasión por la estadística avanzada, siempre debe servir como apoyo a todo ello, no como elemento que trate de cambiarlo todo.

LA IRRUPCIÓN DE LOS WARRIORS DE LA ERA CURRY

Pero no nos salgamos demasiado del camino. Arrancada ya la década del 2010, y tras dos finales consecutivas protagonizadas por los Miami Heat de LeBron James y Dwyane Wade y, me atrevería a decir, los mejores San Antonio Spurs de la historia, explotó de forma inesperada y sumamente impactante un equipo como los Golden State Warriors de la era Steve Kerr, que siendo analizados detenidamente, responden a una combinación de coincidencias históricas y jugadores sublimes, perfectamente amoldados por una mente como la de Kerr, que no solamente hicieron historia, sino que terminaron por cambiar el baloncesto NBA hasta ser lo que vemos hoy en día.


En los Warriors, a partir de la temporada 2014-15, se dio la eclosión, a la par, de dos de los mejores tiradores de la historia del baloncesto (Stephen Curry y Klay Thompson), liderados y entrenados por otro de los mayores maestros del tiro (Steve Kerr), primero ayudados por un pívot muy inteligente, gran pasador y facilitador, como fue el antes mencionado Andrew Bogut, e inmediatamente después por un jugador que ha influido en este cambio en el juego del que estamos hablando, incluso mucho más de lo que a menudo se le tiene en cuenta; estamos hablando, por supuesto, de Draymond Green.

CURRY Y GREEN, CAMBIANDO EL MAPA DE LA NBA

Lo de Curry fue un fenómeno mediático como pocos, provocando que muchos jóvenes jugadores, carentes de las habilidades físicas necesarias e incapaces de llevar a cabo las acciones de estrellas como Kobe Bryant o LeBron James, se dijeran a sí mismos: "¡Hey, esto sí que lo puedo hacer! ¿Por qué no puedo entrenar y entrenar y llegar a ser un tirador de tres como Curry?". Stephen, además, fue entrenando y perfeccionando tanto su lanzamiento, que amplió distancias, elevó porcentajes, batió récords y acabó convirtiendo, definitivamente, el triple en una cultura, además, teniendo a su lado al mejor triplista en catch and shoot de todos los tiempos, Klay Thompson. Mientras que uno era el mejor creándose sus propios tiros, el otro era el mejor en catch and shoot... el ingrediente Green, terminó siendo la guinda del pastel.


La importancia de Draymond en este equipo, ha sido tan grande y poderosa como la del propio Stephen Curry, convirtiéndose en (con permiso de Dennis Rodman) el mejor defensor polivalente de la historia del baloncesto, capaz de defender con eficiencia las cinco posiciones sobre la cancha, como si de una especie de Magic Johnson defensivo habláramos. Todo ello, además, siendo un gran distribuidor de balón y un excelente lector del juego, ejerciendo, sin serlo, de verdadero base del equipo, y permitiendo potenciar al máximo la capacidad tiradora de Curry, descargándole a menudo, de las labores habituales de un base y permitiéndole jugar mucho tiempo sin balón, al igual que Thompson, moviéndose ambos, constantemente, en busca de buenas posiciones de tiro.


En forma de curiosa metáfora, podríamos decir que Stephen y Draymond han interpretado el baloncesto como si de escritura árabe se tratara. Mientras que nosotros escribimos y leemos de izquierda a derecha, la escritura árabe va de derecha a izquierda, aunque sea igual de útil y pueda transmitir el mismo mensaje. Curry y Green, en el intento de potenciar al máximo sus cualidades, han pasado por completo del sistema convencional del base creador y el interior finalizador, para forjar este nuevo sistema, en el que la creación parte del interior y la anotación principalmente del base.

EL IMPARABLE ASCENSO DEL SMALL-BALL

La cuestión es que estos Warriors han jugado 6 de las últimas 8 finales de la NBA, venciendo en 4 de ellas, creando una dinastía y ayudando a elevar la popularidad del llamado small-ball, llevado a su máxima expresión y funcionabilidad entre 2017 y 2020, cuando contaron con Kevin Durant en sus filas. Con él, pudieron eliminar por completo la posición de pívot puro de sus quintetos, jugando muchos minutos y finales de partido con quintetos formados por Curry, Thompson, Green, Durant y otro escolta o alero como, por ejemplo, Andre Iguodala. La combinación de estos cinco jugadores lo permitía, pudiendo paliar defensivamente la carencia de un interior puro, gracias a la altura y envergadura de Durant, y causando estragos en las defensas de los rivales, más si estos pretendían mantener a interiores puros en pista, especialmente si no eran muy móviles defensivamente hablando.

Aquí, en el auge de la cultura small-ball, tan ligada también a la cultura del triple, hay que volver a los Rockets de Harden -o de Daryl Morey-, y su empeño extremo en tratar de matematizar el juego. En esos tiempos, ensamblaron equipos repletos de tiradores de 3 y de defensores polivalentes, capaces de defender a jugadores de distintas posiciones y tamaños, con el objetivo de ser una amenaza constante desde la línea de tres puntos y abrir carriles de paso al siempre hábil James Harden, de modo que si no se tiraba de 3, Harden penetraba y llegaba hasta el aro para, una de dos, dejar una bandeja o doblar el balón a un compañero que estuviera bajo el aro, lo cual no era tan difícil dado que su estilo de juego obligaba a las defensas a abrirse mucho para poder defender tantos intentos de triple.

Estas filosofías de juego fueron matando, lenta y progresivamente, al perfil de jugador interior lento, poderoso en la pintura, pero incapaz de defender lejos del aro. En estos últimos años, hemos ido viendo como jugadores antaño incluso All-Stars, como Dwight Howard o Andre Drummond, fueron pasando a convertirse en especialistas de banquillo, gozando de muchos menos minutos por partido, a pesar de estar todavía en plenitud física. Son jugadores cuyo perfil ofensivo ha ido menguando con la cada vez mayor proliferación de defensas zonales, siendo incapaces de anotar con buenos porcentajes desde zonas alejadas del aro, y no muy adecuados a la hora de realizar cambios defensivos si estás defendiendo a un equipo que juega al small-ball.


Otros perfiles de jugadores interiores como Greg Monroe o Jahlil Okafor, con mucha más calidad ofensiva que Howard o Drummond, pero más débiles física y defensivamente hablando, fueron literalmente borrados del mapa, exterminados sin concesiones, pues de repente, a ningún equipo les interesaba su perfil. Por no hablar de gigantes como Marjanovic o Tacko Fall, jugadores no exentos de calidad, que en otras décadas podrían haber llegado a tener un protagonismo bastante importante en sus equipos, pero que son literalmente inocuos a la hora de tratar de defender a un equipo con cinco amenazas desde la línea de 3 en su quinteto o que directamente juegue al small-ball. De ahí que intimidadores legendarios y jugadores antaño importantísimos para sus equipos como lo fueron en su momento Mark Eaton, Wayne Rollins, James Donaldson o incluso el mismísimo Dikembe Mutombo, podrían ser un auténtico lastre en la actualidad, a la hora de defender este tipo de situaciones.

EL RESURGIR DEL PÍVOT DOMINANTE Y EL FENÓMENO UNICORNIOS

El talento siempre prevalece, ante cualquier circunstancia, por ello estamos viendo aparecer, cada vez más, pívots que, a pesar de ser grandes y fuertes, también lanzan bien desde posiciones exteriores. Tenemos los casos extremos de Nikola Jokic y Joel Embiid, los dos mejores jugadores del mundo a día de hoy -junto a Giannis Antetokounmpo-, pívots de gran tamaño y calidad en el poste bajo, pero que también abren la cancha y pueden lanzar con gran acierto desde posiciones exteriores, por no hablar de la capacidad de pase, nivel G.O.A.T., del serbio. Jokic no es un portento defensivo, debido a su físico, pero lo suple con su enorme inteligencia y lectura del juego, a ambos lados de la cancha, y es que, por más que pueda tener alguna carencia defensiva, la suple con creces con todo lo que aporta en ataque, tanto en anotación como en creación de juego para sus compañeros. Embiid, por el contrario, sí es una maravilla genética capaz no solo de ser una bestia debajo del aro, técnico y habilidoso desde los postes y con muy buen lanzamiento de media distancia, sino también un gran intimidador en defensa y un jugador capaz de aguantar bien los cambios defensivos provocados por un small-ball... como dije antes, el talento siempre se abre camino, y solo era cuestión de tiempo que aparecieran pívots dominantes en la era del triple y el small-ball; tal vez un poco distintos, pero pívots dominantes al fin y al cabo.


Otra cosa muy distinta es el fenómeno de los llamados coloquialmente "unicornios". Perfiles como Kristaps Porzingis, Chet Holmgren o el inminente Victor Wembanyama, jugadores que a pesar de su enorme altura, no son pívots, para nada, sino aleros de más de siete pies. En otra época ya hubo semillas de lo que acabaría siendo este fenómeno, como el Ralph Sampson de los 80, capaz de subir el balón con 2,24 m. de altura, pero encorsetado en una época donde no se le permitía hacerlo, o Dirk Nowitzki, un jugador de 2,13 con un tiro excepcional, que a pesar de ser oficialmente un 4, en realidad jugaba como un 3. Pero es ahora, en medio de la era del triple y de la desaparición de los pívots clásicos sin capacidad de tiro ni de pase, cuando este perfil de jugador ha terminado por explotar definitivamente y cada vez van apareciendo más casos, como si los chavales de 2,18 dijeran: "¡Si me encorseto a jugar en la pintura, acabaré como Tacko Fall! ¡Prefiero ser como Curry!" Y así, una combinación de evolución genética, preparación física cada vez más avanzada y nuevas filosofías de formación en el baloncesto, están dando cada vez con mas casos de chavales de 2,15 m., 2,18 m. o incluso más, que corren como escoltas y lanzan de tres como aleros.


Y lo que jamás debemos hacer, es culparlos a ellos, puesto que viendo la triste realidad de los Drummond, Marjanovic, Fall o incluso Hassan Whiteside (este caso sí que me parece imperdonable que no esté en la NBA), es lógico que abracen este otro pefil, para así poder triunfar en la mejor liga de baloncesto del mundo, y no tener que acabar yéndose a jugar a China, como Fall, o a Puerto Rico, como Whiteside.

LA VIDA SIEMPRE SE ABRE CAMINO

Hubo un punto de inflexión, justo cuando Pau Gasol empezó a perder protagonismo en San Antonio y ya no quedaban pívots puros importantes en la liga, centros de auténtica calidad, más allá del cabeza loca de DeMarcus Cousins -cuya mala suerte con las lesiones acabó con su carrera antes de tiempo-, donde realmente me desesperé. "¡Esto ya no va conmigo! ¡No me motiva ver constantes correcalles que acaban en montones de triples lanzados a lo loco!" Y la desesperación fue real, pero dos jugadores como Embiid y Jokic me han mostrado que, igual que el talento termina por prevalecer, la posición de pívot también, evolucionando, eso sí, como tuvo que evolucionar cuando a Mikan le impidieron poder campar a sus anchas debajo del aro siempre que quisiera... o como cuando a Chamberlain se le negó poder reventar el balón en el aro cada vez que se lo propusiera, con solo un pequeño paso, y tuvo que perfeccionar su tiro de media distancia y sus fadeaways.

Ahora, un pívot, si quiere ser importante en la liga, tiene que ser capaz de aguantar cambios defensivos ante jugadores más pequeños y rápidos, a la vez que debe ser capaz de jugar más en el poste alto, distribuyendo el balón a sus compañeros, cuando las defensas zonales le impidan poder ejecutar y ser efectivo desde el poste bajo. Y si además, dicho pívot es capaz de jugar de cara al aro y de lanzar de media y larga distancia con acierto, ya lo tiene todo hecho. Por ello, del mismo modo que jugadores como Eaton o Mutombo podrían verse superados por este baloncesto de ahora y terminar siendo erradicados del sistema, estoy convencido de que talentos como los de Kareem Abdul-Jabbar, Moses Malone, Hakeem Olajuwon o David Robinson, por citar solo algunos ejemplos, no solo triunfarían por igual en la NBA de ahora, sino que las tendencias del juego actual, muy probablemente propiciarían que fueran incluso más completos, estadísticamente hablando, de lo que lo fueron en su tiempo (esto da para un futuro artículo, sin ninguna duda), dando más asistencias de media por partido y enriqueciendo su juego, dentro de un sistema que les invitaría a perfeccionar más su lanzamiento exterior, lo cual no se daba en aquellos tiempos, donde generalmente, y salvo ilustres excepciones, se les anclaba en la zona, les gustara o no.

En el baloncesto, como en Jurassic Park, la vida siempre se abre camino... nunca lo olvidéis.

lunes, 6 de junio de 2022

ANÉCDOTAS Y DIVAGACIONES BALONCESTÍSTICAS: SOBRE EL BASKETBALL IQ

Todo el mundo -que conozca en profundidad el baloncesto- sabe que la clave principal del enorme éxito de los Golden State Warriors en los últimos ocho años, no es otra que la figura polivalente y altruista (también polémica, pero eso es otro tema...) de Draymond Green.

Los Warriors, sin Green, hubieran sido un equipo de mucho talento, repleto de enormes tiradores, que probablemente no hubieran ganado ninguno de sus anillos de campeón de la NBA; con Green, han revolucionado, literalmente, el baloncesto y han sido el equipo más importante de los últimos tiempos.

¿Como puede ser que Draymond sea tan, tan importante sin ser muy alto, sin poseer un físico de superatleta, sin ser un gran tirador y sin anotar muchos puntos por partido? Se podrían decir muchas cosas al respecto y analizar muchos detalles de su juego, pero también podríamos resumirlo todo con un simple dato: debido a su basketball IQ.

Draymond no es el más grande ni el más rápido, pero puede defender tanto a un pívot mucho más alto que él como a un jugador exterior más bajo y rápido... por su basketball IQ, por su habilidad para ocupar espacios, por su visión privilegiada del juego, tanto en ataque como en defensa.

Green es uno de esos pocos jugadores que pueden devenir en los más importantes y decisivos de un partido, o incluso de unas series de playoffs, sin necesidad de anotar una sola canasta, lo cual lo incluye, por derecho propio, en un selecto club en el que brillan con luz propia Bill Russell y Dennis Rodman.


Draymond juega al lado de uno de los mejores bases de la historia, Stephen Curry, pero el auténtico base del equipo es él... el juego de los Warriors fluye a partir de él, no de Curry. En el juego de los Warriors, Curry es el finalizador y Green el creador, aunque posicionalmente sea un ala-pívot. ¿Como es esto posible? Por su basketball IQ, su visión de juego y su carácter altruista con respecto al equipo.

Lo cual me lleva a la figura de uno de los jugadores de los que he visto más partidos a lo largo de mi vida... y no me refiero a Moses Malone, a Hakeem Olajuwon o a Pau Gasol, sino a mi hijo menor. Un jugador que posee ciertos paralelismos con Draymond Green.

Para haceros una radiografía rápida de él como jugador, podría deciros lo siguiente: juega de pívot, pero la madre naturaleza le ha negado poder llegar a categorías elevadas por puras razones biológicas, mide 1,88 m. Es poseedor de un gran juego de pies en el poste bajo (del cual me atribuyo cierto mérito, pues en este aspecto he sido su verdadero entrenador, ya que si algo me ha enseñado la experiencia de tantos años siguiendo el baloncesto de formación -primero con el mayor y después con el menor de mis hijos-, es que en ningún equipo se enseña a un pívot a jugar de pívot, como si los equipos solo fueran viveros de bases y aleros... lo cual me parece lamentable), es fuerte, ocupa muy bien los espacios en defensa y es capaz de defender a jugadores más altos y más rápidos que él sin ser muy atlético (un poco como Draymond), el tiro exterior no es su fuerte, aunque es mejor tirador de lo que a menudo aparenta (no puedo recordar las veces que le he dicho que tire más desde posiciones exteriores, principalmente si le flotan, pero él prefiere postear y dar asistencias), es muy buen pasador (tanto que a día de hoy, a sus 18 años, todavía no ha jugado nunca con un base que tenga más visión de juego que él, algo con lo que también me siento identificado) y, lo mejor de todo, es que posee un basketball IQ muy por encima de la media, con lo cual no me siento identificado.

¿Qué diablos ha pasado aquí? Acabo de escribir que me siento identificado con su visión de juego y con el hecho de que no haya jugado con bases que fueran mejores pasadores que él, pero por otro lado digo que no me siento identificado con su basketball IQ... creo que esto requiere de una buena explicación... aunque en realidad es más fácil de lo que pueda parecer en un principio.

Dos de los mejores pasadores que ha visto la historia del baloncesto, son Magic Johnson y Larry Bird, pero su talento pasador fluía por canales muy distintos, aunque a primera vista pudiera no parecerlo. Yo, en este caso, sería Magic Johnson y él sería Larry Bird... me explico: yo no tuve educación baloncestística en categorías de formación, fui autodidacta y empecé a jugar a baloncesto tarde, demasiado tarde (por eso me ocupé de que a mis hijos no les sucediera), aunque el destino, el mismo destino que me dio unas pobres condiciones atléticas y varios problemas de biomecánica que siempre me limitaron muchísimo, me otorgó cierto talento técnico del tipo que no se puede enseñar, del que se tiene o no se tiene... y en el pack venía la capacidad de pase. Una capacidad de pase de combustión espontánea, que originaba pases que ni yo mismo sabía porque los estaba ejecutando en ese mismo instante, como si todo fuera producido por un breve chisporroteo en los dedos... de ahí lo de Magic Johnson, quién ponía el balón el el suelo, cruzaba la cancha y en milésimas de segundo podía mandar el balón al pívot entre las piernas de un defensor, al escolta que corría a su derecha, mientras miraba a su izquierda, o al alero que cruzaba la zona, mientras él sonreía a la grada. No era premeditado, era combustión espontánea.


El caso de Larry Bird era distinto, su capacidad de pase venía producida por una inteligencia baloncestística privilegiada, por una lectura del juego superlativa y por la capacidad de poder ver lo que iba a suceder sobre la cancha, uno o dos segundos antes de que realmente sucediera. Eso es algo que no se puede enseñar, que se tiene o no se tiene... no se puede entrenar. Y así es mi hijo. De ahí lo de Larry Bird.

Volviendo a lo que íbamos, él juega en un equipo con buenos tiradores, un equipo al que le gusta defender fuerte y correr siempre que sea posible, pero con, a menudo, poca fluidez a la hora de mover el balón en ataque estático. Él, siempre ha sido el Draymond Green de este equipo, el jugador interior que prácticamente ejerce de base en muchas ocasiones, sin serlo, y que genera mucho juego para sus compañeros.

En una ocasión le dije: ¿Por qué no tiras más? Hay compañeros que no se lo piensan, que si reciben y les dejan dos palmos, tiran... tú tienes más capacidad anotadora de lo que a menudo reflejan tus estadísticas.

Y él me respondió: Ya lo sé, pero me da igual. En el equipo hay muchos jugadores que tiran bien, mejor que yo, pero si yo dejo de hacer lo que hago ¿quién lo va a hacer? Además, disfruto más dando una asistencia que metiendo una canasta...


Recapitulando al principio del artículo, sin Draymond Green, los Warriors no tendrían todos los éxitos que han cosechado, por más Splash Brothers y por más récords de triples que amasaran... y eso lo sabe bien Steve Kerr.

El equipo de mi hijo, jugó el partido más importante de su temporada, el pasado fin de semana y, contrariamente a toda lógica baloncestística, en dicho partido, el entrenador cambió por completo las rotaciones que venían siendo habituales durante toda la temporada... por miedo escénico, por colapso mental o por lo que fuera, después de una primera parte desastrosa y de ir perdiendo por 14 puntos al descanso.

Al inicio del tercer cuarto, se inició la remontada, de la cual fue partícipe mi hijo, sin tirar a canasta, limitándose a atraer a la defensa y a doblar el balón a sus compañeros, lo cual propició algunas canastas fáciles. La remontada había empezado, aunque no se había completado, cuando fue cambiado a mediados del tercer cuarto. Entonces, haciendo alarde de una gran entrega defensiva y de buen acierto en el tiro exterior, el quinteto sobre la cancha culminó la remontada, hasta llegar a ponerse incluso por delante en el marcador... pero, a partir de ahí, llegó el caos.

Durante el último cuarto, se intentó prolongar, todo lo que fuera posible, la fórmula que había culminado la remontada durante la parte final del tercero, encomendándolo todo a la defensa presionante y al tiro de tres... pero sucedió lo inevitable, el cansancio acabó haciendo mella, menguando la intensidad defensiva, y las muñecas empezaron a estar cansadas y a mostrar menos precisión... y entonces se echó en falta a Draymond Green, al generador, al altruista, al que siempre hace mejores a sus compañeros, sin importarle si anota 15, 8 o 2 puntos... pero nunca volvió a saltar a la cancha, quedando para la grada, y para el estupor de muchos padres, una imagen de colapso total y absoluto del equipo (parecía el "corro de la patata", con un montón de tíos abiertos, pasándose el balón de mano en mano, en plan, ahora te tiras el triple tú, ahora me lo tiro yo), tanto dentro de la cancha como en el banquillo... y el partido se perdió, mientras yo observaba con impotencia su mirada perdida, sentado al final del banquillo.

Lo único positivo, es que de estas experiencias también se aprende... recordad siempre que se aprende más de las malas que de las buenas, aunque a menudo no seamos conscientes de ello.

Los fans de las películas de Marvel, seguramente recordarán una frase mítica que le dice Thanos a Tony Stark en Infinity War: "No eres el único con la maldición del conocimiento". Una frase que bien podría aplicarse a estas situaciones, aunque sea de forma metafórica, pues podría llegar a considerarse una maldición, el hecho de querer recibir el tipo de pases que tú das a tus compañeros, pero que nunca te terminan de llegar, o sentirte dirigido por un basketball IQ inferior al tuyo... pero saliéndonos de Marvel y yendo a parar al gran Frank Sinatra, solo cabe añadir: That's life!

La inteligencia es el mayor bien del juego, el más caro de todos, y por ello el peor repartido (Gonzalo Vázquez).