Sí, esta es mi forma de verlo. Desde mi punto de vista, Dallas bien podría representar la tarta käsekuchen (o tarta de queso en alemán), mientras que, para mi al menos, Miami representó la bollería industrial. Y añado que antes de comenzar la final llegué a tener el presentimiento de que Miami lo conseguiría, pero poco a poco sus carencias fueron aflorando hasta llegar a ceder ante un baloncesto mejor y de mayor calidad.
Por lo que a los Dallas Mavericks se refiere, podríamos dejar lo de käsekuchen y llamarlo simplemente cheesecake (o incluso tarta de queso, ya que queda más americano) o incluso podríamos haber nombrado en su lugar la tarta de manzana (así quedaría aun más americano), pero es que en este caso el factor alemán ha sido muy importante; y creo que lo de käsekuchen hace verdadero honor a la realidad.
Por otro lado, LeBron James, Dwyane Wade, Chris Bosh y cia, han demostrado ser lo que muchos de sus detractores apuntaban a principios de temporada, a pesar de todo lo que demostraron en las eliminatorias de playoffs previas. Eso es, bollería industrial: gran sabor, ingredientes golosos, conservantes y antioxidantes que permiten que dure en condiciones varios días, incluso meses... pero en definitiva, un pastel de cartón piedra que jamás podrá competir con una buena tarta de queso casera preparada a conciencia por la abuela.
Creo que a día de hoy ya nadie puede negar que el título de mejor jugador europeo de la historia está en posesión de Dirk Nowitzki; al menos por ahora. Le faltaba ese título, ese algo que le aportara la credibilidad ganadora que se le había estado negando desde hacía tiempo, pero el MVP ya lo tenía, y no creo que a día de hoy exista otro jugador europeo con posibilidades de conseguir un MVP de la temporada en la NBA... Sí, a mi también me gusta más Pau, pero a estas alturas ya no creo que llegue a optar a ningún MVP; ha decidido conformarse con ser el segundo de Kobe y anteponer los éxitos colectivos a los individuales (lo que también es digno de alabanza).
Dallas fue un equipo de baloncesto, con un Dirk Nowitzki en plena forma, pero con aportaciones muy importantes por parte de varios jugadores. De entre todos ellos destacaría de forma especial la gran actuación de Jason Terry, tremendo en muchos momentos de las finales, letal lanzando desde lejos y muy inteligente sobre la pista a la hora de decidir si lanzar o penetrar y doblar balones. Y por supuesto a Tyson Chandler, el guerrero del equipo, quién hizo el trabajo más sucio y desagradecido, facilitando las cosas a sus compañeros y aportando a los Mavs esos intangibles de los que carecieron en otras épocas.
Por parte de Miami, lo habitual, LeBron, Wade y Bosh y aportaciones puntuales y muy limitadas (y especializadas) por parte del resto. Los fajadores hicieron su trabajo, pero les faltó algo más a unos Miami Heat que trazaron un camino triunfal hacia las finales, pero que se truncó de repente al enfrentarse a un equipo compensado que reunía veteranía, calidad, hambre de títulos y tiro exterior a partes iguales. Wade fue el que más brilló por los de Florida, pero en las finales quedó bien patente que su eliminatoria previa contra los Celtics fue una ilusión; éste año los Celtics no dieron para más entre lesiones inoportunas, excesiva veteranía y alguna que otra mala decisión a lo largo de la temporada. Las finales de conferencia frente a Chicago fue lo que resultó más convincente e hizo creer a muchos que finalmente éste sería el año de los Heat, pero los Mavs les hicieron tocar de pies en el suelo.
Mención aparte merece la actuación de LeBron James, criticado por todos los medios hasta la saciedad. Pero yo voy a romper una lanza en su favor, mire usted... Cuando llegaron algunos de esos momentos en los que decidió cederle el protagonismo ofensivo a Dwyane, yo me dije: creo que por fin voy a ver al LeBron James capaz de convertirse en uno de los más grandes de todos los tiempos. Dwyane Wade hizo lo suyo; lo mismo que hizo también LeBron tantas y tantas veces en Cleveland, acaparar el protagonismo en ataque y lanzar hasta la saciedad... y anotó mucho. Pero LeBron me mostró una dimensión nueva, esa dimensión que le puede llegar a convertir en el mejor de verdad; creó juego, defendió, ayudó en el rebote... en definitiva, decidió sin necesidad de anotar...
...Pero hubo un problema. Y ese problema fue que llegó la hora de la verdad, es decir, los últimos cuartos de los partidos, y con ellos llegaron los nervios y el colapso. De repente el juego de los Heat se hacía más previsible que nunca; sólo conseguía anotar de forma fluida Dwyane Wade (y un poco Chris Bosh) y LeBron se encontraba perdido, como en otra dimensión, dudando entre si seguir con los intangibles y tratando de crear juego para su equipo o comenzar a decidir él, ¡¡por algo es The Choosen One!!. Y ahí se fueron los Heat al garete...
Conclusión: A mi que me digan lo que quieran; personalmente me gustó ese LeBron que muchos critican, al menos en algunos momentos. El problema es que la cosa se quedó a medio camino; le falló un poco el coco en el momento de la verdad, sea por la presión, por la cantidad de gente que le exigían que decidiera o por lo que sea... lo cierto es que LeBron ya no es tan jovencito y si sigue con estas empanadas mentales, tal vez se le acabe pasando el arroz algún día. Magic Johnson y Michael Jordan superaron este tipo de dilemas más temprano que LeBron, aunque el primero tomara un camino y el segundo otro... el problema de LeBron es que sigue permaneciendo encallado en algún lugar entre los dos caminos, a pesar de que empujado por el tipo de sociedad y de NBA que hay en la actualidad, tire siempre un poco más por el de Jordan. En estas finales tomó en muchos momentos el camino de Magic, pero el eterno dilema lo terminó dejando encallado y algo perdido en la encrucijada.
Por cierto, que bueno eres Shawn Marion. Un jugador tan curioso, extraño y poco estético en muchas de sus acciones como lleno de clase y talento. Me alegro mucho por su anillo.