lunes, 11 de octubre de 2021

PAU GASOL: MUCHO MÁS QUE UN SIMPLE ÍDOLO BALONCESTÍSTICO

En este artículo, absolutamente personal e intransferible, quiero dedicar unas palabras a la figura de Pau Gasol y a lo que ha representado para un servidor, a lo largo de mi ya larga trayectoria como apasionado del deporte de la canasta. No, no voy a mencionar sus logros personales y colectivos, que son muchos, ni su enorme humanidad y calidad como persona y compañero de equipo, que han sido ampliamente comentados y alabados, en multitud de medios de comunicación, durante estos últimos días. Prefiero ser mucho más orgánico y personal.

Conozco a muchos aficionados al baloncesto, y a la NBA en particular, que siempre han estado muy apegados a un equipo; que son seguidores, a muerte, de los Celtics, de los Lakers o de los Bulls, prácticamente igual como lo pueden ser muchos del Barça, del Madrid o del Baskonia. A mi, sinceramente, nunca me ha ocurrido eso; puedo ser muy fanático de una época determinada de un equipo, como me ocurre con los Lakers de la era del Showtime, con los Sixers de Moses Malone y Julius Erving o con los Kings de la era Webber, pero ni soy fan de otras épocas de los Kings, ni fui fan de los Lakers de Shaq y Kobe; más bien al contrario, siendo, como era, seguidor de Chris Webber y de aquellos maravillosos Kings del Showtime 2.0.


Yo únicamente he sido seguidor, de verdad, de jugadores y filosofías de juego, sin importarme el color de la camiseta ni la ciudad de ubicación de la franquicia en cuestión. Y, a lo largo de mis aproximadamente 35 años siguiendo, sin pausa, la mejor liga de baloncesto del mundo, siempre he tenido un jugador de referencia, con el que me identificaba, total y absolutamente, sin importarme si jugaba en Los Angeles, en Minnesota o en Albacete. El primero de ellos, y el más importante de todos es, y será siempre, Moses Malone; el alfa y el omega de mi profunda pasión por el baloncesto... pero ha habido otros; otros jugadores que se han ido relevando, llenando ese espacio en mi corazón de una forma natural y visceral, casi cíclica, sin que yo los hubiera elegido a dedo, como muchos eligen a Jordan, Curry o LeBron, simplemente por ser los jugadores más grandes y/o mediáticos del momento.

Y el motivo de toda esta parrafada que os estoy soltando, no es otro que señalar que Pau ha sido uno de ellos... y no por ser español, ni catalán, ni de Sant Boi, ni por ser uno de los mejores europeos de todos los tiempos (en determinados aspectos, el mejor), sino porque, como ocurre con los demás ilustres de la lista, ocupó mi corazón de una forma especial, pero totalmente natural, fluyendo como el agua en un arroyo. Me identifiqué con él, con su carácter y filosofía de juego, y pasó a ser mi máximo referente durante toda una época, por motivos que van mucho más allá, simplemente, del hecho de ser un jugador de aquí o de su impresionante legado y logros con la selección nacional.


Cuando inauguré, hace ya un tiempo, la nueva cabecera del blog, con la imagen formada por mis seis máximos referentes históricos, alguien me preguntó: ¿Y por qué no está Larry Bird? ¿No es uno de tus referentes? Lo cual entronca con lo que aquí estoy exponiendo. Larry Bird, igual que Michael Jordan, es uno de mis jugadores más admirados, pero nunca ha sido el que ha ocupado ese lugar especial en mi corazón. Un lugar, al cual no se llega por ser el mejor, ni el más mediático, ni el más sublime... se llega por una combinación alquímica de varios factores, que une talento, carisma, clase, carácter, ciertos intangibles que provocan que me identifique con ellos o con su filosofía de juego personal, y el hecho de que los admire tanto dentro como fuera de la cancha.


Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y Julius Erving, están en la mencionada imagen de la cabecera del blog, pero con ellos ocurre algo muy curioso, pues nunca ocuparon ese espacio... y fue, simplemente, porque se solaparon con Moses Malone. Cuando Moses se retiró, ya ninguno de ellos estaba en activo, aunque fuera por distintos motivos. Fue a partir de ese momento, huérfano de mis cuatro máximos referentes, cuando el curso de la historia del baloncesto fue rellenando ese espacio con otros referentes absolutos, de forma cíclica, en cada una de las épocas posteriores.


El primer ilustre en ocupar ese privilegiado lugar, tras la desaparición de los cuatro fundacionales, fue Hakeem Olajuwon, al cual he llegado a llamar, en multitud de ocasiones, maestro; por todo lo que llegó a significar para mi. Tras el "bailarín de claqué", llegó Chris Webber, un jugador cuya clase y talento van mucho más allá del puesto que ha terminado ocupando en el imaginario popular, debido a sus lesiones y a los títulos colectivos que siempre se le resistieron de mil y una formas distintas. Fue tras C-Webb, cuando llegó Pau Gasol, a quién ya llevaba un tiempo observando atentamente, y que finalmente se erigió en ese referente personal absoluto, durante más de una década. Tras Pau, y cuando todo hacía pensar que, por primera vez, podría quedarme sin ningún jugador que ocupara ese lugar tan privilegiado, llegó Joel Embiid, cuyo techo todavía no hemos visto y, cuyo potencial, si las lesiones le respetan, puede llevarlo a convertirse en uno de los mejores centers de todos los tiempos. Y así, como quién no quiere la cosa, todo fluye... todo sigue fluyendo.


Como ocurre con todas las cosas de la vida, en esto en particular también hay un pequeño grupo de defenestrados, o de ilustres jugadores que siempre he admirado de una forma especial, pero que se han quedado fuera, aunque sea por poco, de ocupar dicho lugar, simplemente por ser coetáneos de Moses, de Olajuwon, de Webber... en este, también selecto, grupo, podemos encontrar a jugadores como Connie Hawkins, George Gervin, Bernard King, Shawn Kemp, Arvydas Sabonis, Kevin Garnett, Zach Randolph o Nikola Jokic. Siempre profundamente arraigados en mi alma, en mi corazón, pero siempre, también, por detrás de los anteriormente mencionados.

En fin, así es como un espigado chaval de Sant Boi (que se encuentra a menos de una horita de mi morada), llegó a compartir tan ilustre y privilegiado lugar con un chaval de Petersburg (Virginia), con otro de Lagos (Nigeria), con otro de Detroit (Michigan) y con otro de Yaundé (Camerún). Y todo sigue fluyendo...

1 comentario:

Mo Sweat dijo...

A continuación, los comentarios que generó la entrada cuando fue publicada originalmente en Fo Fo Fo 2.0, por respeto a quienes los realizaron:


Nique_is_better14 de octubre de 2021, 10:35
Buenos días Mo!

Estoy totalmente de acuerdo contigo. El baloncesto, como muchas otras cosas en la vida, es algo muy emocional, y cada cual percibe a su manera. ¿Qué hizo que te hicieras de Celtics o _Lakers en los '80?, ¿Admiraste a los Bulls del 72-10?...

Personalmente, soy de la cuerda de Andrés Montes: el basket, como la vida, está hecha para disfrutarla, hecharse unas risas con los amigos y..vivir. Y a cuanto mas tiempo pasa, mas. Sencillamente disfrutar del talento, del juego en sí, el juego en equipo y también las pinceladas de calidad individual.

Y joder, ¡que bien jugaban los Kings!

Saludos

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Mo Sweat14 de octubre de 2021, 16:27
Buenas, Nique.

Cierto, así es...

¿Qué hizo que te hicieras de Celtics o Lakers en los '80? la magia de Magic y la majestuosidad de Kareem.

¿Admiraste a los Bulls del 72-10? En su justa medida, pero yo iba con los Sonics de Payton y Kemp.

Y sí, aquellos Kings de la era Webber fueron el Showtime 2.0, pero se quedaron sin anillo.

Saludos.