Si de movimientos de pies y juego de espaldas al aro hablamos, está claro que hay dos nombres que toman fuerza de forma muy especial y que, de ningún modo, pueden ser obviados por alguien que se precie en la materia... Me refiero, por supuesto, a Kevin Edward McHale y Hakeem Abdul Olajuwon. No cabe duda que han habido otros grandes pívots y ala-pívots con gran variedad de recursos en el poste bajo, como el mismísimo Tim Duncan o el nunca suficientemente valorado Luis Scola, por poner solo dos ejemplos. Grandes aleros con un juego de pies temible, como Adrian Dantley y James Worthy. E incluso algunos bases y escoltas que han llegado a dominar de gran manera el juego de espaldas al aro, Michael Jordan y Kobe Bryant sin ir más lejos. Pero si hay que elegir dos nombres por encima de todos los demás, esos son, sin ningún género de dudas, los de estos dos portentos técnicos.
Han habido grandes jugadores que han dominado de forma muy especial un movimiento o tiro en particular. Célebres son los casos de Kareem Abdul-Jabbar y el gancho o Elvin Hayes y el tiro a la media vuelta, por citar solo dos ejemplos, pero en el caso de McHale y Olajuwon sería imposible atribuirles un movimiento en especial, pues su variedad y absoluto dominio de todos los movimientos los convertían en técnicamente sublimes y dificilísimos de defender cuando estaban en posesión del balón en el poste bajo.
El gran factor común entre ambos era la exquisitez técnica; esa variedad de recursos que los convertía en letales. La gran diferencia era la capacidad atlética, enorme también en el caso de Hakeem y normalita tirando a mediocre en el caso de McHale. Aunque eso sí, ambos con una gran envergadura de brazos y una inteligencia baloncestística bastante privilegiada.
La mayor rapidez y agilidad de Hakeem, unidas a su gran clase innata, hacían que sus movimientos fueran mucho más plásticos que los de Kevin. Ver a Hakeem fintando varias veces en décimas de segundo para terminar yéndose por donde menos se esperaba su defensor era tan excitante y plástico como contemplar las mejores asistencias de Magic Johnson o los mejores mates de Michael Jordan. Es, definitivamente, el jugador más sublime que haya jugado jamás de espaldas al aro. Kevin McHale, por su parte, con menor capacidad atlética y explosividad física, necesitaba de forma mucho más imperativa esos recursos técnicos para poder ser un jugador brillante en ataque... ¡Y Dios sabe que los logró dominar de forma exquisita! Y encima, haciendo gala de su famoso sentido del humor, les ponía nombre a cada uno de sus movimientos, tal y como acostumbraba a hacer Darryl Dawkins con los mates.
Aunque antes hemos dicho que a estos dos gigantes del baloncesto no se les podía atribuir ningún movimiento en particular, debido precisamente a su variedad, sí que es cierto que llegaron a poseer algunos movimientos que, por uno u otro motivo, se convirtieron en emblemáticos. En el caso de Kevin McHale deberíamos hablar del "Up and under", ese movimiento donde tomaba posición, fintaba para un lado, comenzaba la elevación de brazos como si fuera a tirar y, cuando el defensor saltaba o levantaba los brazos para puntear el tiro, él le pasaba literalmente por debajo del sobaco para terminar en una suave bandeja (o con un semi-gancho, dependiendo de la posición y/o distancia del aro). En el caso de Hakeem Olajuwon habría que hablar del "Dream-shake", ese sublime tiro a la media vuelta precedido de una ligera finta o golpe de cintura que siempre hacía dudar al defensor (en ocasiones las fintas o golpes de cintura eran dos o tres, para distintos lados, aunque tan sutiles que para apreciarlos bien tenías que esperar a ver la repetición). En definitiva, tanto Kevin como Hakeem fueron literalmente clínics de baloncesto vivientes, espejos donde deberían mirarse todos los pívots modernos, tan faltos de clase y movimientos en el poste bajo, para tratar de ser, en su medida posible, mejores jugadores de baloncesto.
Han habido grandes jugadores que han dominado de forma muy especial un movimiento o tiro en particular. Célebres son los casos de Kareem Abdul-Jabbar y el gancho o Elvin Hayes y el tiro a la media vuelta, por citar solo dos ejemplos, pero en el caso de McHale y Olajuwon sería imposible atribuirles un movimiento en especial, pues su variedad y absoluto dominio de todos los movimientos los convertían en técnicamente sublimes y dificilísimos de defender cuando estaban en posesión del balón en el poste bajo.
El gran factor común entre ambos era la exquisitez técnica; esa variedad de recursos que los convertía en letales. La gran diferencia era la capacidad atlética, enorme también en el caso de Hakeem y normalita tirando a mediocre en el caso de McHale. Aunque eso sí, ambos con una gran envergadura de brazos y una inteligencia baloncestística bastante privilegiada.
La mayor rapidez y agilidad de Hakeem, unidas a su gran clase innata, hacían que sus movimientos fueran mucho más plásticos que los de Kevin. Ver a Hakeem fintando varias veces en décimas de segundo para terminar yéndose por donde menos se esperaba su defensor era tan excitante y plástico como contemplar las mejores asistencias de Magic Johnson o los mejores mates de Michael Jordan. Es, definitivamente, el jugador más sublime que haya jugado jamás de espaldas al aro. Kevin McHale, por su parte, con menor capacidad atlética y explosividad física, necesitaba de forma mucho más imperativa esos recursos técnicos para poder ser un jugador brillante en ataque... ¡Y Dios sabe que los logró dominar de forma exquisita! Y encima, haciendo gala de su famoso sentido del humor, les ponía nombre a cada uno de sus movimientos, tal y como acostumbraba a hacer Darryl Dawkins con los mates.
Aunque antes hemos dicho que a estos dos gigantes del baloncesto no se les podía atribuir ningún movimiento en particular, debido precisamente a su variedad, sí que es cierto que llegaron a poseer algunos movimientos que, por uno u otro motivo, se convirtieron en emblemáticos. En el caso de Kevin McHale deberíamos hablar del "Up and under", ese movimiento donde tomaba posición, fintaba para un lado, comenzaba la elevación de brazos como si fuera a tirar y, cuando el defensor saltaba o levantaba los brazos para puntear el tiro, él le pasaba literalmente por debajo del sobaco para terminar en una suave bandeja (o con un semi-gancho, dependiendo de la posición y/o distancia del aro). En el caso de Hakeem Olajuwon habría que hablar del "Dream-shake", ese sublime tiro a la media vuelta precedido de una ligera finta o golpe de cintura que siempre hacía dudar al defensor (en ocasiones las fintas o golpes de cintura eran dos o tres, para distintos lados, aunque tan sutiles que para apreciarlos bien tenías que esperar a ver la repetición). En definitiva, tanto Kevin como Hakeem fueron literalmente clínics de baloncesto vivientes, espejos donde deberían mirarse todos los pívots modernos, tan faltos de clase y movimientos en el poste bajo, para tratar de ser, en su medida posible, mejores jugadores de baloncesto.